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¿Tu cuerpo? No, mi dinero

Práxedes Saavedra Rionda. Departamento Jurídico. FIBGAR

 

[...] Pero vea Ud. lo que sucedió a un joven de 18 años que deseaba casarse: acudió con el que debía ser su marido a la oficina de Registro civil. El empleado, al saber que es menor de edad, le dice que necesita la autorización de su padre.

- No tengo padre, señor, contesta la muchacha.

- Traiga Ud. la de su señora madre.

 - Mi madre ha muerto también.

- La de su tutor, entonces.

- Tampoco tengo tutor.

- En ese caso, señorita, yo no puedo casarla. Debe Ud. presentarse al Juez de Primera Instancia para que le nombre tutor, y después concurrir con él para que le dé su consentimiento. Puede ser, aunque no se lo garanto que el Juez, después de ciertos trámites, le acuerde su consentimiento supletorio.

Todo esto está muy bien, dirá Ud. Veo que en ese país se presta mucha atención al cuidado de las menores. Sí, pero vea ahora el reverso de la medalla. Si esa misma niña, en vez de ir al Registro Civil, se dirige a la Oficina Municipal y dice: "Quiero ser prostituta...". ¡El empleado la inscribe en el acto! Nada más.

(Del debate para la aprobación de la Ley Palacios)

 

 

9143, 1913, Argentina, Palacios. 9143 es el número de la Ley que se aprueba en Argentina, promovida por el diputado Alfredo Palacios, en 1913. Los años que han pasado desde que aquella norma se enfrentara a la trata de personas y menores con fines de explotación sexual son 102. Hoy, 23 de septiembre, se recuerda la Ley Palacios en el Día internacional contra la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños.

 

«Nadie podrá impedir que la mujer se entregue libremente, siguiendo orientaciones malsanas, a la vida del placer y del libertinaje; pero cuando es arrastrada a ello, por la coacción, por la astucia o por la fuerza, el autor de ese atentado comete un delito de lesa humanidad» (Del debate para la aprobación de la Ley Palacios)

No es pues el día de los grandes debates alrededor de la prostitución, tema sin duda importante, no cerrado y relacionado con el que nos ocupa. Es el día de las grandes afirmaciones y del posicionamiento en contra de la cosificación de personas, niñas y niños incluidos, de la conversión de los cuerpos en mercancía para el lucro de terceros.

Alienación. Eso es la trata. Tu ser ya no es tuyo. Tu cuerpo, el que ves todas las mañanas en el espejo o a lo largo del día en el reflejo de cualquier superficie pulida, no es tuyo. Tu forma, con la que identificas tu persona, ya no es tuya. ¿Tu identidad? eres un o una mera operadora de una pieza de maquinaria para el crecimiento de la cuenta corriente de tu dueño o, en el peor de los casos, si antes eras una niña o un niño, eres ahora confusa biología en sufrimiento. Eso es la trata.

Hoy, 23 de septiembre, nos pedimos a cada uno de nosotros, una vez más, racionalizar lo irracional, aceptar que los seres humanos somos capaces de robarnos a nosotros mismos la humanidad. Nos pedimos recordar a quienes se niegan a tornarse en cosas, que luchan su batalla silenciosa para no ser convertidos en cascarones vacíos. Y agradecemos también a los que entregan su tiempo y energía todos los días del año por dotar de voz a dichas batallas.

Y tras tanta palabra ¿qué se puede hacer? Dedique hoy 15 minutos de su tiempo a buscar en Internet qué es la trata con fines de explotación sexual, cómo afecta a las personas, cómo se encuentra también a su alrededor. Utilice otros cinco  para meditar lo leído y cómo encaja en su visión del mundo, en su bien y en su mal. Finalmente, sienta todo lo anterior y deje que lo sentido cambie su mirada, le acompañe y se transforme, desde mañana, en pequeñas acciones.